Pages

miércoles, 20 de abril de 2011

Siempre llega el momento en el cual te paras a pensar en tus actos. Quizá todo sería distinto si no te hubiese invitado esa noche, no me hubiese sentado a tu lado, ni regresado a casa contigo de la mano. Todo sería distinto si no te hubiese seguido a la habitación, ni haberme acostado en tu cama. Así es, sería todo distinto si hubiese rechazado tus besos, tus caricias. Lo sería, quizá no tendría la duda que me tortura. Pero de ser así, no estaría tan feliz de haberte conocido.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario