Ella camina entre la neblina, se sienta en la banca de la solitaria plaza, siente el frío rozar con su piel, siente el despeine de su cabello.
Trata de buscar un equilibrio, una respuesta a sus dudas, mira la calle y ve a un muchacho caminar y sentarse en la banca limítrofe a la suya.
Cruzan miradas nostálgicas, el saca un cigarrillo, pero no encuentra fuego, ella se acerca y le ofrece el suyo. Hubo unos segundos de silencio, hasta que ella lo rompe diciendo: estas noches son perfectas para salir a pensar, ¿no lo crees?... él con una mirada algo desconcertada responde: sí, lo son. ¿Quieres uno? (ofreciendo un cigarro).
- Tengo miedo.
- ¿A qué? - pregunta él.
- A volver a decepcionarme.
- ¿De quién?.
- De mi novio.
- jajaja... somos dos, claro que yo tengo novia.
- Es impresionante, ¿no lo crees?.
. El hecho de encontrarnos aquí... no creo que pienses que es una casualidad.
- No creo en las casualidades, ni en el destino. Eso es para soñadores y personas con poca fe en si mismos.
- Si, puede ser.
- ¿Sabes?... nunca he hablado con una desconocida.
- Es lo mejor, puedes exponer tu vida, tus dudas, tus anhelos y frustraciones. Y siempre recibir una nueva visión de la vida. Luego no hay remordimientos de los actos que lleves a fin a causa de ello, porque lo más probable es que nunca vuelvas a ver a ese desconocido.
- Es una buena visión, pero que pasa si esos actos son erróneos, si sigues haciendo lo mismo, y no sacas nada bueno de esa conversación... lo más probable es que te cuestiones el hecho de haber seguido los consejos de un total desconocido, que no tiene ni la menor idea de como eres, ni mucho menos de como llevas tu vida.
- Sí, es verdad, también he pensado en eso... pero todos somos más parecidos de lo que la gente realmente cree, todos somos seres humanos, con sentimientos e ideas parecidas, todos deseamos lo mismo: amor, felicidad y éxito.
- A que quieres llegar con eso.
- Es fácil, en el fondo todos sabemos lo que queremos y también sabemos que hacer para poder obtenerlo, ¿no?.
- Si... ¿y?
- Y, como todos somos más parecidos de lo que creemos, también sabemos que ese desconocido haría lo mismo en nuestro lugar, por lo tanto, le contamos nuestra historia, con el fin de escuchar lo que nosotros ya sabemos, pero aún así lo hacemos, para asegurarnos de que nuestra acción futura es la correcta, por así decirlo.
- Entonces si yo te cuento que mi novia tubo un romance con mi mejor amigo, y se que debo terminar con ella, pero no estoy en completo acuerdo con ello, aún te lo contaré con la esperanza de que tu me digas que sí, que si debo terminar mi relación con ella.
- No, lo harás con la esperanza de que te diga que no termines con ella, pero tu sabes que no es así, que te diré que si lo hagas, por que es lo que quieres hacer, y es lo que debes hacer.
- Pero no es fácil... terminar una relación de 3 años.
- No, claro que no lo es, pero si fuera una relación verdadera, no te hubiese engañado.
- Lo sé.
El encuentro terminó unas horas después, ambos terminaron despertando en una cama, ella sobre el pecho de él, y él acariciando el cabello de ella. Tal y como se lo propusieron en el minuto que decidieron presentarse.
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